Se dice de una leyenda en la que un hombre ansiaba encontrar
la felicidad en este mundo fuera como fuera, este había escuchado acerca de un sabio
todopoderoso que era capaz de brindar a quien lo encontrara ciertas piedras
preciosas que otorgaban a su propietario múltiples beneficios, las cuales nunca
se desvanecerían con el tiempo y estarían hasta el día de su muerte a su lado.
Este hombre fue capaz de encontrar al susodicho sabio, y
cuando este se acerco quebrantado en lágrimas ante él pidiéndole ayuda, este se
compadeció y extendiendo su mano lo levantándolo
del suelo diciendo:
“Hombre de corazón fiel, por tanto tiempo me has buscado y
tal es tu anhelo que te concederé tres piedras preciosas que te ayudaran a lo
largo de tu vida, pero que tu deberás cuidar con tu propia vida si es necesario
estos regalos que te serán brindados. Y ahora pequeño mortal dime que es lo que
anhelas.”
El hombre se quedo pensando durante largo rato y meditando
que es lo que necesitaba en su vida para ayudarlo a seguir adelante. Finalmente
después de un largo rato pensando habló:
“Oh gran anciano, necesito un motivo por el cual levantarme
cada mañana y sonreír, un apoyo que tener cuando todo se derrumbe a mi
alrededor y pueda sostenerme a él, necesito palabras sinceras cuando se alce el
chisme contra mí, y la alegría de saber que siempre habrá alguien a quien le
importo en esta tierra .”
El sabio con una sonrisa en su cara señalo una de las
estrellas del firmamento, y cuidadosamente la deposito en su mano, con su mano
izquierda empezó a moldearla como si hubiera sido de goma, hasta que fue
tomando la forma de una pequeña piedra preciosa. Fue entonces cuando el sabio
soplo y millones de hojas verdes revolotearon alrededor de él, las cuales eran absorbidas
por la pequeña piedra hasta que esta tomo el color verde de una pradera.
“He aquí te otorgo una esmeralda que siempre estará a tu
lado, cuando sientas que estas en lo más bajo, siempre brillará para ti
recordante que esta a tu lado y jamás te abandonara pase lo que pase. Puede que
algunas veces intentes desentrañar sus secretos pero recuerda que es mucho más
profunda de lo que parece y debes tomarte un gran tiempo para entenderla. Pero siempre
brillará cuando más la necesites.”
El gran hombre deposito la piedra en el corazón del viajero,
y desde ese día el nunca volvería a sentir soledad en su corazón pues cuanto más
brillaba esa piedra en su interior, más amplia era la sonrisa en su rostro.