El silencio antes de la tempestad

Todos los allí reunidos permanecían en absoluto silencio mientras la que iba a ser interrogada ascendía a un fúnebre paso hacia el lugar donde ella misma resolvería el turbio asunto que se estaba tratando en aquel momento. Las miradas se iban clavando fijamente en su cara, la cual no precedía a mostrar ningún impulso de miedo a pesar de que la situación habría hecho enloquecer a cualquiera que hubiera estado en su lugar.

Se acomodó en el estrado situado en medio de la sala, siendo observada por cada uno de los presentes. Cuando ella alzo la vista se enfrento ante la fría e impenetrable mirada del juez, este pronunció las palabras que tanto había estado esperando, las que tanto temía escuchar pues sabía que su familia dependía de la respuesta que ella otorgara al que decidiría el destino de su hermano mayor. Inclino su cabeza hacia abajo y cuando volvió a alzarla se percató de que estaba en lugar diferente.

Había innumerables asientos alrededor del lugar y ella estaba en el centro de la misma, en frente suya había una gran dama vestida de blanco que observaba todo a su alrededor, a su izquierda se encontraba una mesa vacía la cual era de un blanco claro, y a su derecha una de color gris oscuro, se percató de que los que se estaban sentando en las gradas eran los sentimientos que almacenaba dentro de sí y la mujer de blanco era su alma. Finalmente empezó a comprender lo que pasaba, estaba a punto de darse un juicio en el que ella daría la razón a uno de los dos contrincantes.

La sala se lleno de un gran silencio, como la gran calma que avecina a la tormenta y fue entonces cuando una mujer vestida de un azul oscuro hacia su aparición a la derecha de la que ahora era la arbitra. De estatura media,  con una cara que no dejaba entrever ninguno de sus planes, todos allí deseaban que confesara todo lo que sabía pero se limitaba a mirar al frente con una mirada que no expresaba absolutamente nada, y con suma delicadeza se sentó en la mesa que se le había asignado, fumándose un cigarrillo en el proceso. Miro a la blanca dama y negó con la cabeza. La falsedad estaba preparada.

Una pequeña risa se escucho en los alrededores, y todos se fijaron en la pequeña niña que entraba a la izquierda dando pequeños saltos. Iba vestida con un vestido de color blanco con tonos rosados. Su expresión denotaba una sinceridad increíble y muchos de los allí reunidos sabían que los ojos de esa pequeña nunca habían conocido la mentira. Tímidamente aparto la silla y se sentó en ella fijándose en la chica que se hallaba en el centro. Dejo escapar otra vez su pequeña
risita y asintió con un gesto a la gran mujer de blanco. La verdad estaba lista.

Ella cerró sus ojos y escucho que alguien decía:

-Señorita no se lo volveré a repetir ¿Es su hermano el poseedor de esta arma con la que fue atracado un banco esta misma mañana?

Todos se alborotaron, los humanos presentes en el juicio y los sentimientos en su interior. El martillo del juez bajo a la misma vez que la mano del Alma pidiendo silencio, y fue entonces cuando comenzó lo que sería el principio del fin.



Continuara…

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