Una
lagrima rodaba por la llanura de mi cara, la cual no sabía si era de felicidad
o tristeza, pero de lo que estaba seguro es que nadie me había advertido de lo
que acaba de ver, fue demasiado para mi, alcé mi mano al cielo, y gritando el
nombre de la razón, a la misma vez que ella se ponía en pie aclamada; rodeada
de aplausos por ese gran jaque-mate final que había efectuado, proclamaba su
victoria en un mar de lágrimas.
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La
felicidad caminaba con paso lento junto al corazón, que lejos de sentirse
preocupado, más bien tenía un aire de calma y con un gesto le dejo el relevo a
su compañera. Al otro lado de la sala la razón se veía frustrada, pero sin
dejar la compostura se sentó e hizo un gesto al acompañante que estaba a su
espalda indicando que le tocaba a él intentar proclamarse con la victoria.
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Se
sentó a mi lado y la sala guardo silencio, esperando un ligero ruido, entonces habló:
“Bien…
ya te he mostrado lo que podría pasarte tanto lo bueno como la malo, pero piénsalo
la recompensa final podría ser agradable o más bien terrible con la cual nunca
mas podrás ser feliz, junto a esa dama que ves en frente, todo depende de ti. Algún
día me pedirás que retroceda las manecillas del reloj de tu vida, el cual podrás
ver que poseo, y yo no podre. Pero el tiempo corre Tic Tac ¿A quién vas a elegir?
Dio
media vuelta y se sentó al lado de la razón, mirándola con un aire de compañerismo,
puso sus pies encima de la mesa y volvió a manipular el reloj, como si de un
juguete se tratara. Por el otro lado se me acercó la dama. No pude evitar sonreírle
y esta me dijo:
“Solo
podre decirte, que no soy ambiciosa, solo me preocupas tu, es verdad que el
tiempo lo dictará todo, pero ignorando lo que pase en un futuro, piensa que
siempre podrás mirar al pasado, recordar las razones por las que estuve en tu
vida, y si no pierdes la esperanza, te prometo que volveré y podre estar junto
a ti para que no vengan las preocupaciones de la vida”
Mire
al Alma que observaba todos habían hablado, y esperaba mi respuesta, mire al
corazón acompañado de la felicidad suplicando que lo dejara obrar, y por el
otro la razón con su mirada fría que me comunicaba que ya había visto lo que
podía pasar… Pensé y precisamente por un mero porcentaje y la fe que me había
invadido de que podría ser feliz, levante mi mano y proclame:
“Declaro
vencedor…… A el Corazón”
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