Bienvenido al mundo de los difuntos


Heme aquí de nuevo ante la fuente de mi tristeza, observando lo que probablemente sea el lugar más trágico que mi corazón conozca y que hace que mi alma se hunda en una pena rodeada de amargura que aun no ha podido superar. La vida me ha arrastrado aquí a través de múltiples golpes que han sembrado cicatrices imborrables en mi interior y yo solo puedo tambalearme e intentar no caer al suelo sumiéndome en una total desesperación.

Noto en la palma de mi mano que empieza a llover; gotas de agua que resbalan por mi sombría cara llevándose la poca felicidad que le quedaba a mi semblante desconsolado y rasgado por el por el paso impasible del tiempo, un paso que intente frenar con una fuerza que no tenía, una paciencia que se quedó por el camino y una sonrisa que se perdió hace mucho.

 Siento como un calor tibio sube por mi garganta, como los ojos que antes se perdían en el infinito universo, ahora se tornaban húmedos y mi corazón aporreaba las puertas de mi pecho ansiando salir para poder librarse del sufrimiento que lo apresaba. Sabía que en lo mas profundo de mí, no quería estar ahí, deseaba marcharme y alejarme de ese lugar pero no podía una cadena más grande que toda mi voluntad unida me obligaba a estar ahí.

Pose mis dedos lentamente sobre el frió mármol, una suave lágrima cae en el vacío terminando su viaje en la lápida, me siento a su lado lentamente abro mi boca y pronuncio unas palabras que provocan un derramamiento de dolor:

“Feliz navidad papa”

Se levanta la sesion


Una lagrima rodaba por la llanura de mi cara, la cual no sabía si era de felicidad o tristeza, pero de lo que estaba seguro es que nadie me había advertido de lo que acaba de ver, fue demasiado para mi, alcé mi mano al cielo, y gritando el nombre de la razón, a la misma vez que ella se ponía en pie aclamada; rodeada de aplausos por ese gran jaque-mate final que había efectuado, proclamaba su victoria en un mar de lágrimas.

Pero de repente y antes de bajar mi mano del todo, sentí un suave tacto que frenaba mi movimiento, mire desesperanzado hacía arriba, vi una cara cálida que me sonreía de oreja a oreja y recogía la tristeza que afligía mi rostro. La felicidad en persona acaba de entrar en la sala, y yo presentía en mi interior que se acercaba un nuevo huracán.

La felicidad caminaba con paso lento junto al corazón, que lejos de sentirse preocupado, más bien tenía un aire de calma y con un gesto le dejo el relevo a su compañera. Al otro lado de la sala la razón se veía frustrada, pero sin dejar la compostura se sentó e hizo un gesto al acompañante que estaba a su espalda indicando que le tocaba a él intentar proclamarse con la victoria.

Esta persona tenía una apariencia joven, con sus ojos color azul al igual que su pelo, no dejaba de manipular un pequeño reloj dándole cuerda o simplemente retrocediendo las manecillas, mediante el cual me había mostrado lo que haría en un futuro, y gracias a eso había sembrado las semillas de la tristeza en mi rostro pues todo eran posibilidades pero muchas de estas no proclamaban nada bueno, el culpable: El Tiempo.

Se sentó a mi lado y la sala guardo silencio, esperando un ligero ruido, entonces habló:

“Bien… ya te he mostrado lo que podría pasarte tanto lo bueno como la malo, pero piénsalo la recompensa final podría ser agradable o más bien terrible con la cual nunca mas podrás ser feliz, junto a esa dama que ves en frente, todo depende de ti. Algún día me pedirás que retroceda las manecillas del reloj de tu vida, el cual podrás ver que poseo, y yo no podre. Pero el tiempo corre Tic Tac ¿A quién vas a elegir?

Dio media vuelta y se sentó al lado de la razón, mirándola con un aire de compañerismo, puso sus pies encima de la mesa y volvió a manipular el reloj, como si de un juguete se tratara. Por el otro lado se me acercó la dama. No pude evitar sonreírle y esta me dijo:

“Solo podre decirte, que no soy ambiciosa, solo me preocupas tu, es verdad que el tiempo lo dictará todo, pero ignorando lo que pase en un futuro, piensa que siempre podrás mirar al pasado, recordar las razones por las que estuve en tu vida, y si no pierdes la esperanza, te prometo que volveré y podre estar junto a ti para que no vengan las preocupaciones de la vida”

Mire al Alma que observaba todos habían hablado, y esperaba mi respuesta, mire al corazón acompañado de la felicidad suplicando que lo dejara obrar, y por el otro la razón con su mirada fría que me comunicaba que ya había visto lo que podía pasar… Pensé y precisamente por un mero porcentaje y la fe que me había invadido de que podría ser feliz, levante mi mano y proclame:




“Declaro vencedor…… A el Corazón”

Las brisas del conflicto


Levante mi mirada y me di cuenta que la sala entera estaba dividida en palcos con nombres específicos de las fuerzas que se debían sentar ahí; rabia, ansiedad, tristeza, ilusión, extasis, ironía... Tomaría mucho tiempo describir a cada uno de ellos, pero se podía observar que detrás del corazón se encontraban todos esos sentimientos cálidos que le aportaban un gran significado positivo a la vida, y a espaldas de la razón aquellos que siempre causan una gran tristeza pero en el fondo lo hacen por el bien de uno mismo.

Se abrió una gran puerta en frente de todos y ascendió una persona vestida de una ropa traslucida y casi etérea, se presentó así misma alegando que era una mera observadora. Para mi sorpresa todos se levantaron incluyendo los dos oponentes que acaban de tomar asiento y la reverenciaron como a un ser superior al que debían obedecer: el alma. Se sentaron todos y para mi mayor sorpresa el corazón empezó a hablar:

“¡¿Todos sabemos lo que es adecuado para el chaval no es así?! Pues que quede claro, yo te ofrezco lo que ese cabeza cuadrada nunca podrá, ratos divertidos, alegres, momentos que recordaras durante toda tu vida, y de los que nunca te arrepentirás, créeme tu y yo nos llevaremos muy bien, y nada en la tierra podrá hacerte más feliz de lo que yo te hare, recuerda hay que vivir el momento, podrías morir mañana”

Me guiño un ojo, y se sentó, los sentimientos a su espalda proclamaron en vítores que estaban de acuerdo con él. Quede dudando y mi mano se alzó para dar la victoria al corazón, que ya sonreía con una ilusión esperanzada. Mire a la razón, no se había movido ni un ápice de su lugar, pero tenía una sonrisa pícara en su cara. Ya estaba a punto de proclamar la victoria, cuando un sentimiento del graderío interrumpió, la depresión:

“Los presentes aquí, estarán de acuerdo, con que nunca eres capaz de ver mas allá de los segundos que corren en este momento ¿Pero cuantas veces por tu culpa he llegado yo a la vida de tanta gente, porque tú has sido el causante de que aparezca?”

La razón la mando a callar, y el corazón la miro con miedo, sabía que era verdad lo que decía, su sonrisa se esfumo y yo baje mi mano cuando la dama con un aire de victoria, y como si hubiera conocido cada movimiento que iba a hacerse, habló:

“Dime corazón ¿Cuánto tiempo duraras en la vida de este humano? ¿Serás capaz de no nublarle la vista esta vez? Todos sabemos que no será así, llamarás al amor, al que quiero recordar que tu dejaste ciego, y sabemos que la persona que lo guía es la locura, además ni tu mismo sabes que eres capaz hacer ¿Carpe diem? ¿Tempus fugit? Guárdate tus latinismos, porque a mi no me engañas, chaval presta atención y mira a mi espalda para que veas lo que podría ocurrirte, no diré nada más”

Se sentó con un aire triunfal, cerró sus ojos y volvió a entrelazar los dedos para notar lo que pasaba a su alrededor. Yo por mi parte levante mi cabeza para mirar detrás suya, y fue entonces cuando palidecí y mis manos temblaron de miedo…..

Continuara......

Titanes sin fin



El universo, infinito en su ser, alberga dos eternos contrincantes, obligados a enfrentarse una y otra vez en una batalla que no tiene fin, y que al fin y al cabo nunca decidirá cuál de ellos tiene razón. Toda una aglomeración de sentimientos toman sus asientos una vez más dispuestos a disfrutar del coloquio entre estos enemigos que por naturaleza siempre discutirán  Un ser humano toma lugar en medio de la sala, como testigo principal, árbitro y principal afectado.

A un lado esta aquel ser pasional que se deja llevar por el momento o la situación, no basa sus argumentos en las futuras consecuencias, y si le preguntan la razón de sus decisiones simplemente se limita a decir “carpe diem”. Se le juzga por llevar a la ruina a los más importantes hombres y mujeres de la tierra, pero él simplemente niega para sí mismo y alega que no es su culpa no poder controlarse. Toma asiento con suma rapidez y observa con nerviosismo a su posible victima en el centro de la sala.

Su mera presencia inundó la sala de un gran respeto, todos acallaron en cuanto se la vio caminar hacia la zona cero del conflicto, todos sabían que era la más digna oponente que se podía tener pues era capaz de darle la vuelta a cualquier situación, por ello mismo la temían y admiraban aunque sabían que el único ser capaz de plantarle cara la esperaba impaciente en su silla. Ella observó la situación, miró a los sujetos, sopeso las posibilidades de victoria, cerró los ojos y tomo asiento lentamente con sus dedos entrelazados. La disputa estaba a punto de comenzar.

En medio de la sala se encontraba un ser humano con los ojos tapados y los oídos taponados, para que no tuviera consciencia alguna de lo que sucedía hasta que se le retiraran las cárceles que retenían sus sentidos. Cuando por fin se le hubieron retirado; pudo observar a su alrededor, se dio cuenta de lo que iba a acontecer y que al final el tendría que escoger a un ganador puesto era el árbitro y tendría que obsequiar la victoria a un favorito.

 Por un lado estaba La Razón con su profunda mirada, por el otro el corazón que le lanzaba cálidas sonrisas, y en el centro una persona que hasta que no miró a su reflejo en el suelo, no se dio cuenta de que el que estaba allí sentado, era yo mismo.


Continuara

Retazos de un pasado


Una suave hoja verde desciende lentamente cortando el frio aire que se adentra en mis pulmones, insuflando vida a cada parte de mi cuerpo, permitiendo a mi cerebro regenerar unas esperanzas que ya se creían perdidas en las inmensas corrientes del tiempo, a mi ser recuperar unos sueños que prácticamente habían desaparecido en el horizonte de mi vida, unos ánimos que jamás pensé que volverían del abismo del olvido.

Con una suma tranquilidad observo a mí alrededor intentando encontrar a la persona que se había dignado a sostenerme mientras sucumbía al derrumbamiento de mi universo interno, pero aun a pesar de mirar mas allá de cada colina empapada de recuerdos, no consigo vislumbrar nada familiar, y en el fondo de mi corazón nace un deseo irrevocable de hallar a esa persona que me susurro al oído “aguanta” mientras unas lágrimas blancas corrían por mi polvorienta cara.

Observo el camino que antaño se tornaba gris, ahora cambiaba a un color más alegre y se delineaba un camino rodeado de un verde esperanza que incitaba a mis piernas a dejarse llevar por un suave viento que acariciaba cada uno de los sentidos de mi cuerpo, miro hacia el cielo y por primera vez en mi existencia asisto a la salida del cálido sol que tanto había ansiado tiempo atrás.

Y antes de decidirme a avanzar por la senda de la vida para buscar a esa persona del destino, no puedo evitar notar que mis piernas ya no arrastran las cadenas del dolor que tanto habían hecho sangrar mis tobillos con los vanos problemas  de mi mente, me sentía libre, cogí aire y a la misma vez que daba el primer paso para fijar mi nuevo destino, una suave hoja verde se poso en la palma de mi mano.

Los grilletes del corazón


Atado estoy por un tiempo que corre por los barrotes de mi alma, incansable y torturándome por cada minuto que pasa en el reloj de la vida. Observo fuera implorando suplicas que salen de mis ojos, ansiando liberarme de estas cadenas que me oprimen, haciendo que cada suspiro de mi ser se debilite con el paso impasible de los segundos.

En una mirada de auxilio pido ayuda al cielo, un cielo gris, el cual hace llover ceniza sobre mi cabeza que derrama lágrimas amargas sobre la tierra en mi interior que ya ha sido pisoteada mil veces por los zapatos del sufrimiento, intento sonreír alzando mi cabeza hacia el firmamento, pero lo único que exhalo es un grito ahogado que desemboca en tristeza y frustración.

Ante mi se dibuja un paisaje, hacia el que camino desesperanzado y sin fuerzas, aguantando los gritos de mi cabeza… me dicen que pare, que no veo el precipicio, pero ignorante de mi sigo caminando hacia ese triste final que parece no tener fin. Espero terminar y recorro millas enteras llorando lágrimas de azufre que prenden fuego dentro de mí.

Mis piernas arrastran mis cadenas, pero ya estoy cansado, no puedo más, mis piernas flojean, siento que voy a caer, cierro mis ojos despidiéndome de esta realidad que me atormenta y esperando por fin que al caer nadie me vuelva a levantar de la ceniza de mi alma.

Alguien me sostiene, me susurra que puedo seguir adelante, yo solo abro los ojos y tomo una decisión….

Continuará..... 

El cuentacuentos




La noche era fría, la plaza estaba alumbrada por la luz tenue de las farolas, y yo sentado en aquel banco donde tantas veces conquistamos las nubes con formas e ilusiones haciendo que nuestras mentes volaran mas allá de la frontera de la imaginación. Recuerdo que llegaba tarde, solía hacerlo, como le gustaba hacerme esperar y luego aparecer con esa sonrisa picara que me obliga a esbozar una felicidad inimaginable en mi cara impidiendo enfadarme con ella.

Se sentó y como siempre, se le había olvidado traer algo de ropa abrigada, no quedándome más remedio que dejarle mi vieja chaqueta, nunca se cansaba, si por ella hubiera sido creo que hasta se hubiera casado con esa prenda de cuero. Recuerdo que siempre miraba las estrellas, esperando que le contara las razones por la que el mundo es así, además sabia que a mi me encantaba inventar esas mil historias solo para ella.

Pero esa vez no me di cuenta que ella estaba esperando a que empezara a relatar, y la miraba fijamente intentando descifrar porque tenía esa inmensa belleza. De repente bajó su cabeza y me miro fijamente, a lo que yo dije:

“Si alguna vez no te he dicho la razón de porque tienes esos ojitos tan bellos, ahora mismo te lo digo. ¿Sabes que cuando naciste, dos luceros se asomaron por las nubes a verte? pero los pobrecitos se cayeron, afortunada de ti que cayeron en tus ojos, y afortunado de mi que ahora puedo verlos”

Como siempre mostraba esa ilusión de niña, y esa sonrisilla que tanto me encantaba ver, sabía que no me iba a responder así que no me quedo más remedio que decirle:

“No importa cuánto tiempo demores en darme una respuesta, aunque no lo digas, sé que sientes lo mismo por mí, porque cada vez que te miro el verano, se dibuja en tus mejillas, y eso no lo puedes evitar”

Aquí estoy de nuevo en ese banco, mirando la misma mujer y la misma belleza que me sigue encantando, y siendo una estupidez, no puedo parar de sonreír.

“¿Sabes? Creía que exagerabas tus historias, pero como siempre, consigues que me las crea todas”




Y con un magistral beso puso punto y final a la historia de ese día. 

Saludos desde la prisión del alma


Sentirse torturado, ser leal y traidor de uno mismo a la vez, pensar que el cielo en un infierno se vuelve, que la pluma que dicta los sentimientos de un corazón solitario como el mio podría negarse a obedecer y ahora únicamente escribe en las paredes de mi alma esa palabra que ha sido maldita tanto como bendecida a lo largo de los tiempos: AMOR

Esta sensación, que poco a poco aumenta su dominio en mi ser cual orquesta que va en crescendo y cautiva a su público, me hace preguntarme como es posible que yo, el soberano de mi vida, el cual debería mantener las riendas de su cordura en buen lugar, haya podido ser hecho prisionero, de ese caballero apasionado dedicado en su causa a llevar hasta mi forma de pensar por los raíles de la locura; el camino que me obliga a escribir estas palabras y a su ves mi poca consciencia y razón luchan por no dejar salir.

Pero esta opresión que siente mi corazón ha de ser liberada, así que no me queda mas remedio que encerrarme en la prisión de mi alma, dejar que mi carcelero diga lo que tiene que decir… me lo susurra al oído, y por mucho que lo niego: estoy enamorado.


Mi más profundo ser pregunta el porqué…  a lo que únicamente puedo responder que no fui yo el que escogió conquistar, más bien fui encantado una chica, por la cual desplazaría el eje solar de la tierra con tal de verle una sonrisa de felicidad. Soy eso al fin y al cabo un cautivo que no desea ser libre pero que en el fondo de su ser lo que más ansia es que lo liberen de esta opresión 

La vida es como una pizza

Sentado bajo un árbol, con el atardecer en su apogeo, estaba yo, viendo pasar la gente, algunos saludaban efusivamente, otros simplemente pasaban corriendo y sin preocuparse de su alrededor, muchos iban con su cabeza baja como si el mundo les hubiera dado la espalda. Y yo pensando: tanta gente que hay en este mundo, y yo tuve la gran suerte de nacer en el regazo de esa ilustre persona: mi mama.

La recuerdo como si fuera ayer, siempre iba con su traje mas nuevo… si era el de estampado de cuadros, el que le había comprado papa por su 25 cumpleaños. Su pelo rubio con olor a fresas, como me encantaba olerlo, ella sabía que me encantaban las fresas y por eso se lo echaba. Y también me enamore muchas veces de sus pendientes, los de la abu…. Qué bonitos eran, y ella igual de bella, siempre me daba unos caramelos, sugus de sabor limón nunca lo olvidare.

El sitio en el que estaba situado me recordaba mucho a ella, nos sentábamos a observar a las personas cuando estas caminaban nuestro lado, me acuerdo que una vez me dijo que quería ser detective, y la verdad se le daba bien siempre sabia quien se portaba mal y bien. Mi mama siempre se sentaba conmigo y cuando el sol se estaba poniendo me miraba con su cara de cómplice y me decía:

-¿Hijo que te apetece comer hoy?

-¡Pizza mami, pizza!

Siempre le decía que quería comer pizza, me encantaba la pasta  y ella me llevaba a la pizzería que estaba en frente; manuel’s pizzería, igual que mi nombre. Me cogía de la mano y tranquilamente entrabamos, esa campanita de metal siempre me asustaba, y ahí es cuando me aferraba al vestidito de mi madre, y mientras ella pedía la pizza me sentaba en el taburete, donde me creía el rey del mundo.
A través de la pared de cristal se podía ver como hacían la pizza, y mi madre un día cuando ya tenía  13 años me dijo:

“Manu la vida es como una pizza, y nosotros somos los pizzeros, tenemos que escoger bien la masa donde vamos a poner todos nuestros ingredientes, esa masa  determinara de que estamos hechos, luego haz de echarle tomate y queso, para que la pizza quede esponjosa y pueda absorber los ingredientes, a continuación debes escoger con mucho cuidado los ingredientes, porque según lo que escojas el resultado será distinto.”

Mi mama siempre decía que si le echabas jamón la pizza quedaría fresca y sana, o que si le echaba tomate o piña, quedaría jugosa y dulce, y si le echabas pimiento o tabasco sabría picante y muy desagradable para la boca. Ahora no recuerdo muy bien, pero las cosas que me enseño con esos ingredientes perduran hasta el día de hoy;  En el que tengo esposa e hijo,  y se llama Manuel como yo.

-¡Papi papi, tengo hambre!

-Bueno hijo ¿Qué quieres comer?

-¡Pizza papi, pizza!

Y así una vez más me dirigía a la pizzería de mi infancia el lugar donde la vida tiene muchos significados.

El adios de un padre



Allí estaban todos, esperando lo que probablemente serían sus últimas ordenes antes de volver a casa. Cansados, sudor en sus frentes, y una expresión de impaciencia que cubría hasta la más horrible de cada una de sus cicatrices, impacientes los soldados recibían a su superior con un solemne saludo, y bajo la orgullosa bandera de su país, escuchaban atentos su última misión, de boca del general de brigada:

“Señores, soldados y compañeros de guerra, hemos peleado la dura batalla, luchado por todas y cada una de las personas que nos esperan en casa, comprendo muy bien que estéis agotados, algunos deseáis volver a ver a vuestras esposas, hijos, padres o madres, pero se os necesita para esto, tenéis que rescatara David, sufrió una herida en la última incursión en territorio enemigo, no sabemos nada de el, probablemente este solo y en las puertas de la muerte….vuestra misión es encontrarlo, ¡Confió en vosotros!”



Durante un segundo sus caras se tornaron tristes, preocupadas, y sombrías, conocían a Mi, llevaba en el ejercito ya 10 años, era desde su compañero de copas hasta el hermano mayor de cada uno del pelotón nº 7. John, compañero de cama, y el que mejor lo conocía alzo su cabeza, seguido por sus demás compañeros, y con un solemne grito se aventuraron a  responder a su general:

“¡Señor!¡Si señor!”

Pasaron 12 horas, y ya viajando al punto de recogida donde se suponía que había sido encontrado su compañero, a pesar que el equipo de rescate no contestaba. En el jeep nadie hablaba, todos tenían su cabeza baja querían volver a casa, pero el mero hecho de saber que su compañero podría estar vivo los empujaba a realizar la extracción.

“¡30 Segundos!”

Los hombre preparaban sus rifles, se miraban unos a otros, preguntándose si sobrevivirían.

“¡15 Segundos!”

Nervios a flor de piel, gotas de sudor cayendo al suelo, miradas que recorrían el lugar esperando despertar de esa pesadilla.

“¡5 Segundos!”

Todos ya estaban listos para empezar a correr cuando una gran explosión, voló el jeep por los aires. Los disparos de las ametralladoras, las explosiones de granadas, fuego en el suelo, y compañeros de guerra quemándose vivos. El infierno tenía nombre se llamaba “Guerra”. John se levanto con un fuerte dolor de cabeza, pasando una mano por su frente descubrió que sangraba, el jeep estaba volcado, y el junto a los supervivientes siendo arrastrados, a Dios sabía donde.

Frio y humedad inundaban la sala, un lugar bastante oscuro junto con gemidos y gritos que le perforaban sus oídos, sentía como lo levantaban, y lo sentaban enfrente de una mesa con un revolver, para su sorpresa la persona que estaba viendo cara a cara, era el coronel David, su amigo y compañero estaba allí, respiraba de forma débil, sus ropas estaban rasgadas, se notaba que era un soldado fuerte.

Los soldados le indicaban que girase el cañón del arma, así lo hizo, apunto a su frente y un sonoro *click* resonó en la sala, era el turno de John, la muerte respiraba a sus espaldas mientras se apoderaba del revólver, y apuntaba a su frente, le temblaba la mano, acciono el gatillo, y para sorpresa de todos sonó un gran disparo en la sala.

Los soldados restantes de la compañía nº7 entraron en la sala,  llenaron la cueva y después de eliminar a todos los enemigos, celebraban entre gritos su victoria, John corrió hacia David, lo encontró tirado en el suelo, herido de muerte, una bala perdida le había roto la arteria principal, entonces escucho sus últimas palabras:

“John amigo mío, no me queda mucho tiempo dile a mi hijo, a Nick que siempre lo quise”

Con lágrimas en los ojos asintió y salió de ahí.

“Y esa es la historia Nick, la historia de un valiente, la historia de tu padre”

A continuación llamaron al pequeño cuyas lágrimas expresaban el dolor de la perdida

“Nuestro gran amigo y soldado, David murió como un valiente, amigo de los suyos, gran padre y excelente esposo. Hoy en lugar de él, su hijo, Nick Jonathan con su madre recogen la medalla del valor”

Con lágrimas en los ojos el pequeño subió con paso firme a representar a su héroe caído.

Carta a las estrellas


Una vez mas el frió viento roza mi cara y me hace percatarme de que por mucho que mire a las estrellas no estoy soñando, estoy viviendo esta pesadilla, que poco a poco se cuela en mis adentros, y va matando los pocos trozos de mi alma que aun no han sido contaminados por la injusticia y odio de este mundo.


Una leve sonrisa se esboza en mi cara, una máscara, el utensilio que es utilizado con tanto arte por una ingente cantidad de personas, y al que desgraciadamente yo también me he visto obligado a usar. Escondo mis penas, guardo mis secretos en el ático del alma donde cogen polvo, y se oxidan para quedar olvidados por una mente que se niega a aceptar la realidad.





Pero al fin y al cabo no todo es tristeza, aun quedan personas, aquellas que la gente llama "amigos" aunque para mi son entrañables e admirables personas, que tratan de hacer este mundo mejor con su sonrisa, su forma de ser, abrazos, y bromas que sinceramente me hacen sentir afortunado de tenerlos en mi vida, a ellos les tengo que dar las gracias por hacerme esta existencia un poco mas pasajera.


Y supongo, que seguiré sentado en este banco al que llamamos vida, recibiendo con una cálida sonrisa a aquellos que quieran sentarse, y saludar con la mano a los que pasan de largo. Si en algún momento vuelvo a estar con este sentimiento de soledad, mirare a las estrellas, para que el viento cruel me vuelva a despertar con su tierno abrazo de la realidad. Aun así continuare soñando junto a esas personas que se han sentado conmigo para que podamos ir mas allá de las estrellas y conseguir hacer nuestros sueños realidad

¿Papa los ángeles existen?



Él caminaba bajo el cielo estrellado, y con esa media luna que le sonreía tímidamente, sin pararse a pensar en nada simplemente seguía adelante sin darse cuenta de donde pisaba, a donde llegaba su infinita mirada. Se sentó y con esos ojos marrones tan profundos, empezó a examinar todo lo que había en su alrededor, gente pasando, gente corriendo, niños pidiendo pan…… “El mundo cada día está peor” pensó para sus adentros.

Estaba ensimismado viendo como dos pequeños pájaros bebían de la fuente, maravillado como hasta la más pequeña pareja podía ser feliz, y quizás en su interior sintió envidia de esos pequeñajos. Estaba pensando en si él podría llegar a ser tan feliz como alguno de esos dos diminutos seres, cuando apareció ella. El cabello azabache deslumbraba sobre su blanca piel que destacaba bajo la tenue luz del sol, sus ojos verdes, y una sonrisa que lo condenó  por los siglos de los siglos a que su corazón latiera más rápido con su mera presencia.

Tanta belleza lo impresionaba, siempre se había preguntado si los ángeles de verdad existían y sin duda sus mayores sueños se habían hecho realidad porque estaba en frente de uno. Se ruborizó cuando ella se acercó y le preguntó: “¿Te encuentras bien?” Entonces se dio cuenta de que estaba temblando, y rojo como un tomate. La respiración, se le entrecorto, había hablado y su voz sonaba cual canto de sirena, “Preciosa” pensó él.

Empezaron una conversación, una palabra llevo a la otra, contestaba feliz, se sentía afortunado de poder estar con ella, lo miraba con esos ojos cautivadores a los que no podía evitar sonreír. La conversación tocaba su fin y finalmente quedaron para hablar otro día, el volvió a su casa, cenó con su familia, todavía con esa sonrisa llena de ilusión en su cara, subió a su cuarto y después de hablar con su padre a solas en su almohada, cerró los ojos.

Sobresaltado sintió como algo lo zarandeaba, era la niña de sus ojos que le gritaba una y otra vez: “Papi papi ¿Los ángeles existen?” Su mirada irradiaba la ilusión que caracteriza a todo niño, y el solo pudo responder mirando a sus enviadas del cielo que lo miraban desde la puerta: “sois mis angelitos lindos”